You can find it here the English version of this article.
Por Paulo Campante and Mariana Barreto, Associação Brasileira de Sementes e Mudas (ABRASEM)
En las últimas dos décadas, el agronegocio brasileño pasó por grandes modificaciones, haciendo de Brasil un de los líderes mundiales en el sector agrícola y transformándole en uno de los sectores más importantes de la economía nacional, responsable por un 23% del PIB y 25% del total de los empleos generados en el país. De acuerdo con las estimativas del Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada (CEPEA), en 2017, el rendimiento bruto o el valor bruto de producción pecuaria fue de R$ 545 billones, siendo R$ 374,6 billones para la agricultura y R$ 170,4 billones para la pecuaria.
Según el último informe sobre la cosecha de 2016/2017, realizado por la Compañía Nacional de Abastecimiento – CONAB, Brasil deberá sembrar una área de aproximadamente 60.3 millones de hectáreas, un aumento de 3,5% en relación a la cosecha anterior. Destaque principalmente para los cultivos de soja, con un incremento de 18,4% en la producción, alcanzando 113 millones de toneladas y de maíz de segundo cultivo, con una estimativa de producción de 63 millones de toneladas cultivadas en aproximadamente 11,7 millones de hectáreas. De acuerdo con este mismo informe, la producción total de granos estimada es de 232 millones de toneladas para esta cosecha, o sea, un aumento de 24,3% (945.410.000 toneladas) en relación a la cosecha de 2015/2016. Esos valores sorprenden, ya que, a poco más de 20 años, el Brasil necesitaba todavía importar alimentos para suplir la necesidad de su populación.
Hoy, el país se destaca como uno de los más grandes productores y exportadores de alimentos y fibras del mundo. Estudios muestran que, si los niveles de la productividad de algunos años atrás se mantuviesen, el Brasil debería incorporar aproximadamente 70 millones de hectáreas para la zafra actual. En otras palabras, no estamos solamente produciendo, pero produciendo cada vez más sostenible. Esos avanzos, que impresionan por su grandiosidad, fueron acompañados por el desarrollo de un robusto sistema de mejoramiento genético y producción de semillas. La intensificación del uso de semillas mejoradas reflejó directamente en el crecimiento y diversificación de la producción agrícola brasileña. El uso intensivo de tecnología en el campo fue factor preponderante para establecer un nuevo nivel de productividad para las principales especies producidas en el país, como en la soja, el maíz y el algodón.
Con relación a la biotecnología, la revisión de la Ley de Bioseguridad, en 2005, fue fundamental no solamente para crear un ambiente institucional favorable para el establecimiento de compañías de investigación y desarrollo de nuevas tecnologías en el país, pero también para eliminar antiguos conflictos de autoridad, que existían en la Ley anterior (Ley nº 8.941/1995). La revisión del marco regulatorio cambió drásticamente el escenario de investigación de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) en Brasil. La nueva Ley creó diferentes mecanismos e instancias gubernamentales que no solamente promovían la investigación con OGM, pero también garantizaban la seguridad necesaria para el desarrollo de nuevas tecnologías.
Por la nueva Ley, la Comisión Nacional de Bioseguridad Técnica – CTNBio es responsable por el análisis de riesgo y decisión técnica, caso a caso, sobre la bioseguridad de OGM e sus derivados, en el ámbito de las actividades de investigación y del uso comercial de OGM y sus derivados, incluso la clasificación relativa al grado de riesgo y nivel de bioseguridad exigido, así como medidas de seguridad exigidas y restricciones de uso. Además de asesorar el Gobierno Federal en la formulación, actualización e implementación de la Política Nacional de Bioseguridad, la CTNBio apoya técnicamente los órganos y entidades de registro y fiscalización (MAPA, ANVISA e IBAMA), en el ejercicio de sus actividades relacionada a OGM y sus derivados.
En un nivel superior, la ley estableció el Consejo Nacional de Bioseguridad (CNBS), que analiza los eventuales impactos socioeconómicos de los OGM y puede revocar una decisión de la CTNBio para comercializar un nuevo producto de biotecnología después de una evaluación de riesgo. La ley también creó los Comités Internos de Bioseguridad (CIBio), que actúan como gerentes y supervisores de cualquier actividad con OGMs en instituciones que desarrollan cualquier trabajo en biotecnología moderna (investigación, desarrollo, innovación o producción). La relación entre esos actores en el escenario regulatorio de OGM brasileño está representada en la Figura 1.
Figura1 Principales actores en el escenario regulatorio brasileño
Considerada internacionalmente como una de las más modernas legislaciones de bioseguridad, la aprobación de la Ley 11.105 de 2005 fomentó la llegada y consolidación de la biotecnología como una de las principales herramientas en el desarrollo y lanzamiento de nuevas cultivares comerciales. En una perspectiva tecnológica, la llegada de la biotecnología en la agricultura, mediante cultivares genéticamente modificadas, inicia un nuevo periodo en el mercado de semillas de Brasil, cambiando de manera significativa la dinámica del mercado y la relación entre los obtentores y productores de semillas.
La combinación de investigaciones que evalúan conocimientos en las áreas de ingeniería genética, semillas y productos químicos para agricultura, permitieron que algunas empresas creasen un ambiente único para la innovación y desarrollo de nuevos productos. De esa manera se fortaleció la presencia de grandes conglomerados que pasaron a actuar con el aporte de nuevas tecnologías, altos investimentos y estrategias agresivas para la conquista del mercado.
Hoy, el País cuenta con 71 eventos aprobados para el uso en la agricultura; 28 vacunas veterinarias; 13 microrganismos; 1 mosquito Aedes aegypti y 1 medicamento. Al evaluarse el histórico de aprobaciones de eventos genéticamente modificados para la agricultura en Brasil es posible notar como la modernización de la legislación de bioseguridad tuvo papel preponderante en el desarrollo de biotecnología en el país (Figura 2).
A partir de 2007, a pesar de reacciones contrarias por parte de algunos miembros, las deliberaciones de la CTNBio pasaron a ser decididas por la mayoría absoluta, lo que facilitó los procesos de aprobación comercial de eventos biotecnológicos, de acuerdo con lo que se puede observar en la figura 2.
Figura 2 Eventos genéticamente modificados aprobados para agricultura en Brasil
Sin embargo, es posible notar todavía una fuerte tendencia de concentración de liberaciones comerciales en los cultivos de maíz, soja y algodón. Los altos costos involucrados en el proceso de descubrimiento, desarrollo y autorización comercial de un evento genéticamente modificado son claramente un de los factores que más restringen la entrada de nuevos actores en el mercado, así como la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías para otras especies.
En 2015, fue aprobado el primer eucalipto genéticamente modificado y más recientemente, en junio de 2017, fue aprobada la primera caña de azúcar transgénica del mondo. La variedad, que puede llegar al mercado en los próximos meses, es resistente a la Diatraea saccharalis , principal plaga que amenaza el cultivo de caña de azúcar. La característica inserida, la resistencia a insectos obtenida mediante la introducción de genes de bacterias del suelo Bacillus thuringiensis , ya trajo beneficios para otros cultivos, a ejemplo del maíz, algodón y soja.
La rápida adopción de biotecnología en Brasil permitió al país alcanzar en poco tiempo un papel de destaque en el escenario internacional, siendo actualmente el segundo mayor productor de culturas biotecnológicas después de los Estados Unidos. Según la consultoría Céleres, en la cosecha de 2016/2017, serán sembrados 49 millones de hectáreas con soja, maíz y algodón genéticamente modificados, lo que representa aproximadamente 93,4% del área total cultivada con los tres cultivos en el País (Figura 3).
Figure 3 Biotechnology adoption in Brazil
En el caso de soja son más de 32 millones de hectáreas sembradas con cultivares genéticamente modificados (96,5% de la soja total sembrada en Brasil), divididos en 59,8% para la tecnología con eventos combinados, de resistencia a insectos y tolerancia a herbicidas (RI/TH) y 36,7% para los genes con tolerancia a herbicidas (HT) (Céleres, 2017).
De acuerdo con la consultoría Céleres, para el cultivo del maíz, la previsión es que la tasa de adopción sea de 88,4%. De este total, 63,9% fueron cultivados con eventos RI/TH, 20,7% con maíz resistente a insectos y un 3,8% con la tecnología tolerante a herbicidas. En el caso del maíz de invierno, o segundo cultivo, la tasa de adopción de cultivares genéticamente modificados fue 91,8% del área total sembrada, o 10,4 millones de hectáreas, 15,4% mayor que en el año anterior. Los eventos RI/TH también fueron dominantes para ese cultivo, alcanzando 7,1 millones de hectáreas y tasa de adopción de 62,4%. Las otras tecnologías – RI y TH – alcanzaron 24,8% y 4,6% del área sembrada con maíz de invierno, respectivamente. En el caso del maíz de verano, el área total con biotecnología fue de 5,3 millones de hectáreas (aumento de 16,2% en relación a 2015/16) o 82,4% de adopción. La tecnología con genes combinados representó 66,5% del total sembrado, seguida por el maíz RI (13,5% del total) y de los eventos tolerantes a herbicidas (2,5% del total).
De los tres principales cultivos genéticamente modificados utilizados en Brasil, el algodón es el único cultivo que tiene todavía potencial para crecimiento de la tasa de adopción. En la última cosecha finalizada, la adopción de algodón GM fue de 78,3% del total sembrado, o 726 mil hectáreas (leve caída de 3,3% en comparación al año anterior). Así como para la soja y maíz, la tecnología RI/TH es la más utilizada, alcanzando 392 mil hectáreas, o 42,3% del área total, seguida por el algodón TH, con 23,9% y por el evento RI, con 12,1% del total (Céleres, 2017).
A pesar de los números impresionaren, la practicidad y los inúmeros beneficios traídos por la tecnología reflejaron en una rápida tasa de adopción de cultivares genéticamente modificados, principalmente en el cultivo del maíz, lo que aliada a la aprobación casi simultánea de varios eventos, en los años que siguieron la aprobación de la legislación, trajo la falsa impresión para el agricultor de que la industria de semillas podría poner a su disposición nuevas tecnologías a cualquier momento, además de que ya no sería necesaria la utilización de buenas prácticas agrícolas, como monitoreo de plagas, control de malezas y plantas voluntarias, utilización de áreas de refugio, entre otros. El resultado no podría ser diferente, en pocos años algunas tecnologías pasaron a perder eficiencia en el campo con el surgimiento de plagas con resistencia a las primeras tecnologías.
Desde 2011, la industria de semillas tiene desarrollado programas específicos con el objetivo de concientizar los agricultores sobre la importancia de la utilización de buenas prácticas agrícolas en cultivos genéticamente modificados. Hoy, el programa cuenta con la participación efectiva de asociaciones de productores de soja, maíz y algodón, además de cooperativas y sindicatos rurales de diferentes regiones del País. Es posible observar el resultado positive de los esfuerzos de empresas de semillas, agricultores y empresas obtentores en promover la importancia del uso de buenas prácticas agrícolas en biotecnología.
La biotecnología se ha destacado como herramienta importante, no solamente para los agricultores, pero también para atender a la demanda global crecente por alimentos. En ese nuevo escenario, el Brasil tiene un papel fundamental como proveedor de alimentos y fibras. Nuestra vocación es el agronegocio y solamente con el uso intensivo de tecnología y un marco regulatorio estable, podemos enfrentar el desafío de alimentar una crecente populación que probablemente llegara a 9 billones de habitantes en 2050.
Download AgroPages' latest magazine - 2017 Latin America Focus